martes, 5 de junio de 2012

LAS CONDICIONES INICIALES



Es difícil calibrar el efecto de los bebés-niños… Nosotros no recordamos lo qué sabíamos, entendíamos, sentíamos o apreciábamos cuando teníamos dos o tres años… Por eso nos es muy difícil conseguir ponernos en la piel de ellos ahora… Por defecto, tendemos a pensar que lo que ellos quieren es satisfacer sus necesidades básicas: comer, dormir y protegerse del calor o frío… Y por supuesto, les podemos mostrar y dar cariño y amor para que, además, se sientan arropados…

Sin embargo, ¿no os habéis topado alguna vez con niños que parecen saber bastante más? ¿No os ha pasado ver un sexto –y séptimo incluso- sentido en estos niños? Es como si a veces, supieran captar la tristeza, la alegría, fueran capaces de detectar cuando una persona es importante para su padre o madre, les incomodara la extraña pegajosidad de que nos contagiamos los adultos al dirigirnos a ellos, y muchísimas cosas más, estoy segura…

Es posible que estos niños sean los que en el futuro serán más tendentes a pensar demasiado, a construirse su mundo particular e individual… Yo me imagino que ser niño con esta intuición extraña debe ser como estar encerrado en una jaula … Captas cosas que aparentemente el resto del mundo parece no captar y como no se las puedes contar a nadie, te las acabas guardando para ti solo porque intuyes que ya nadie las va a entender… Es como los primeros lingotazos de la palabra soledad.

A veces, me parece ver todo esto en las pupilas de algunos chiquitines, pero quizá no sea más que un intento de reflejarnos en ellos mismos… Sea como sea, aprendamos de ellos todo lo que podamos porque con una rapidez supersónica irán acercándose al adulto estándar en que, muy a nuestro pesar, todos nos acabamos conviertiendo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario