miércoles, 15 de octubre de 2008

CRUCES DE CAMINOS (CON CAFEÍNA)

Tras la resaca del puente de Colombus –si, para aquellos que no lo sepan, Colon llegó a América el dia del Pilar, por lo que el día del Pilar es aquí... Colombus Day, (nuevas teorías sobre la nacionalidad de Colon aseguran que era maño, y que nada más pisar América, bailo una jotica)- hoy, día laborable, he decidido hacer una de las cosas que más me gusta hacer en los EEUU. Me he ido a una cafetería a media tarde con mi ordenador a contestar unos correos y acabar de mirar unos asuntos pendientes del trabajo.

Las cafeterías aquí son lugares increíbles. Jamás nadie te mirará mal por ir sóla a una a leer un libro, trabajar con tu ordenador, escribir una carta o mirar fijamente a la pared. Será que yo tengo predilección por ellas -son algo que siempre busco en cualquier ciudad en la que viva- lugares especiales, donde puedas pasar horas y más horas, donde puedas sentirte libre para pensar, escribir, comunicarte contigo misma.. sin ningún tipo de presión, sin sentir que te están observando por el simple hecho de disfrutar contigo misma, y la vez, participando de las individualidades de otras personas. Me encanta el respeto y la comprensión que surge entorno a esa comunicación invisible, a ese espacio a tu soledad, a esa simpatía innata entre parecidos.

Y ya, el colmo de la felicidad es irse a una librería-café -negocio al que me pienso dedicar cuando deje la investigación-. Básicamente, consiste en que el cliente entra en la librería, ojea los libros que le apetezcan, y cuando descubre uno que tiene buena pinta, se pide un café y se sienta en un sillón a leerlo, sin obligaciones de compra, sólo con la intención de disfrutar.

Escribo esto, porque sentada en mi mesa junto a la ventana en la cafetería, he recordado un antiguo pensamiento recurrente en los viajes en metro hacia la Universidad cuando vivía en Barcelona. Me fascinaba coincidir por unos minutos con una muestra de gente diversa, cada uno con su propia vida, y que probablemente nunca llegaría a atisbar, pero que era completamente libre de imaginar, extrapolar e inventar. Una novela diseñada a tu medida. -¿Porqué esa chica sonríe tanto?, Seguro que ha aprobado el último examen de su carrera de Medicina. Y ese chico tan entrajado, parece cansado... Debería dejar ese trabajo de consultor y dedicarse a la música, que es para lo que está hecho… Vaya, que chico tan guapo, me pregunto que pensaría de mí si me conociera…- Así, en la muchedumbre, identificaba a mis mejores amigos, a mis amantes, a personas odiosas, a aquellas que les podría cambiar la vida… Hasta que llegábamos a Sants Estació, y ese fugaz momento, se esfumaba, probablemente para siempre. Ese instante resultaba muy frustrante para mí, me producía una mezcla de tristeza e impotencia... Proveniente de saber que al alcance de tu mano están todas las opciones, así como la imposibilidad de conocerlas todas a la vez. La conciencia de que de todas ellas, sólo nos quedamos con un número ínfimo de ellas.

3 comentarios:

  1. Ese vagón de metro (agitado, no revuelto) es cada uno de nuestros días.
    Ya sólo por esa curiosidad, por mirar e imaginar, merece la pena levantarse por la mañana.

    Buen blog, artista, sin raíles.

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  2. Wapi, ya sabes que me quejo de como nos trata muchas veces vidita.. pero bueno, a su favor debo decir que ella fue la que me brindó la oportunidad de conocerte así que la jodia tiene momentos de lucidez y no es tan mala ;)

    C. Dubitatus

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  3. Hombrerevenido: ¿Te imaginas conocer cómo podría afectar a nuestras vidas cada persona que se cruza con nosotros al comprar, por ejemplo, el pan? Muchas gracias por tu comentario. Todo un cumplido viniendo de tí. Un abrazo.

    C. Dubitatus: Tú y yo hemos pasado demasiadas estaciones juntas, como para saber que vidita sabe lo que se hace... Para empezar, nos hizo sentar en asientos cercanos. Mil gracias. Un besote.

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