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Quizá estos cambios sean más acuciantes en las personas. Partiendo de la base de que somos incapaces de observarnos a nosotros mismos con los mismos ojos que nos ven los demás -los espejos nos invierten y las fotos nos fijan en el tiempo- tenemos que fiarnos de ellos para obtener idea aproximada. Sin embargo, casi siempre nos encontramos a personas totalmente diferentes a quienes somos hoy, física y mentalmente. Para esto último, basta echar un vistazo a nuestra biblioteca o nuestra discografía de hace diez años. Normalmente, hemos divergido apreciablemente. El maestro Arturo Pérez-Reverte lo describe brillantemente en este fragmento de La Reina del Sur
Tal vez, como ocurre en la mayor parte de las fotografías, la expresión era casual: un instante cualquiera, el azar fijado en la película. Pero cómo no aventurarse ahora, con la lección sabida, a interpretar. A menudo las imágenes y las situaciones y las fotos no lo son del todo hasta que llegan los acontecimientos posteriores; como si quedaran en suspenso, provisionales, para verse confirmadas o desmentidas más tarde. Nos hacemos fotos, no con objeto de recordar, sino para completarlas después con el resto de nuestras vidas. Por eso hay fotos que aciertan y fotos que no. Imágenes que el tiempo pone en su lugar, atribuyendo a unas su auténtico significado, y negando otras que se apagan solas, igual que si los colores se borraran con el tiempo.
Claro está, las circunstancias nos han ido modelando, amasando hacia otras direcciones… Por mucho que lo intentemos, nunca estaremos en una burbuja, y la menor brizna de aire, nos ha podido girar la veleta unos cuantos grados. Aún así, aunque no lo percibamos, llevamos una función acumulada de nuestras experiencias, y eso es lo que ayuda a que nuestros principios, nuestros valores, nuestras promesas no se desmigajen con los años…
Somos entes cambiantes en el tiempo, somos imprevisibles, indeterministas. Si no fuera así, tenemos suficientes puntos en nuestro pasado como para poder interpolar la función de nuestra vida. En este contexto, el arrepentimiento no existe, ya que la decisión que tomamos en aquel momento, la tomó la persona que éramos entonces, con las convicciones que teníamos entonces y que nos llevó a pensar que aquella decisión es la correcta. Por eso mismo, no existe el parasiempre, porque en este preciso instante, leyendo estas líneas, se te puede suceder algo que te lleve a tu propia antípoda…
cierto..
ResponderEliminarC.Dubitatus
C. Dubitatus: No te me pongas triste, que te conozco... Un abrazote enoooormeee.
ResponderEliminarQue bonito y que duro al mismo tiempo....
ResponderEliminarMe has puesto la carne de gallina !
Abracisimos.
Manù.
(aunque me gustaria creer que existen certezas que si puedan durar para siempre...)
Manu: Gracias, corazón. Es duro, pero la parte buena es que nada está escrito... Y que las cosas más impensables están aún por llegar... Un besote
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