viernes, 5 de marzo de 2010

VERSIÓN ORIGINAL

Resulta que me he puesto a buscar La tercera expedición de las Crónicas Marcianas de Ray Bradbury (para aquellos que quieran leerla, lo pueden hacer aquí), para contaros los escalofríos que me provocó aquel capítulo y lo genial de esta novela, y parece que… No soy la única que opina esto. Internet está lleno de alabanzas hacia esta sección e incluso Jorge Luis Borges describió este capítulo como la historia más alarmante de este volumen.

Esto me ha hecho pensar que en el fondo, somos muy predecibles, que tarde o temprano todos evolucionamos demasiado similarmente… De hecho, los estímulos que nos dispara nuestra sociedad son los mismos para todos –música, publicidad, educación, medios de comunicación-, y nuestras condiciones iniciales no son tan dispares… Por lo tanto, y según esto, las cosas más aparentemente subjetivas -belleza, miedo, placer…- acaban siendo objetivas y cuantificables, aunque de esto ya hablamos hace un tiempo.

Y de la misma manera, tarde o temprano, cometemos los mismos errores que otros años antes, por mucho que nos advirtieran o nos aconsejaran otros que ya lo habían experimentado. Sólo aprendemos a base de vivir las experiencias en nuestro propio cuerpo. Pero desde luego, ahí radica el carácter de éxito de nuestros errores, de la lección que recibimos…

Parece que la conclusión que sugiere todo esto es que tendemos a una homogeneidad soporífera, que no puede existir ente alguno que realmente desafine respecto la bendita campana de Gauss. Sin embargo, las evidencias demuestran lo contrario. Conozco un sinfín de gente auténtica a más no poder –y vosotros sabéis quienes sois, un beso desde aquí- gente que ante la amenaza de la uniformidad se ha moldeado, ha tratado de vencer los convencionalismos, ha optado por escoger las bifurcaciones hacia lo desconocido y por abrir su mente ante nuevas ideas…

Y eso ha hecho, que aunque si bien todos tenemos un legado de tópicos respecto nuestra generación, cultura, país, sexo o físico, también mucho de nosotros hemos luchado por no conformarnos y por eso, cerrando el círculo, fue posible que genios genuinos como Bradbury escribieran la increíbles Crónicas Marcianas y que talentos inconmensurables de la talla de Borges coincidan en su opinión sobre esta obra maestra con una gran mayoría.

2 comentarios:

  1. Ja! Yo soy del grupo ese al que perteneceis Borges y tu... Soy fan de esa expedicion! De hecho, durante años fue mi historia favorita de miedo para contar en las noches de truenos. Besos. Se te quiere.

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  2. Sergio:Si, yo cada vez que he narrado esa historia, hemos acabado con los pelos de punta...

    Esto... ¿Te puedes creer que ahora mismo no caigo quien eres? Eso sí, bienvenido al club.

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