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Han venido.
Invaden la sangre.
Huelen a plumas,
a carencia,
a llanto.
Pero tú alimentas al miedo
y a la soledad
como a dos animales pequeños
perdidos en el desierto.
Han venido
a incendiar la edad del sueño.
Un adiós es tu vida.
Pero tú te abrazas
como la serpiente loca de movimiento
que sólo se halla a sí misma
porque no hay nadie.
Tú lloras debajo de tu llanto,
tú abres el cofre de tus deseos
y eres más rica que la noche.
Pero hace tanta soledad
que las palabras se suicidan.
Hijas del Viento, Alejandra Pizarnik
Todos. Aquí no se salva ni Dios. Pero todavía quedan unos pocos, a los que sí les puedes dar las llaves de todo. Te llamo pronto, guapa.
ResponderEliminarJorge: ¿Tú crees? Me alegra pensar que tienes razón. Tengo ganas de hablar contigo. Un besote.
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