viernes, 16 de abril de 2010

SIN MÁS

Si hay algo en esta vida que debería ser fácil y simple es el sexo. Es cierto que la historia no ha ayudado nada durante muchos siglos. Y que todavía quedan demasiadas sociedades en las que suceden verdaderas atrocidades. Pero nosotros, tenemos el privilegio de ser prácticamente de las primeras generaciones que podemos disfrutar del sexo sin tapujos ni limitaciones. Lamentablemente, solemos condimentarlo, confundirlo y tratar de justificarlo con sentimientos adicionales e innecesarios como la culpa, el amor, la posesión…

Sin embargo, el sexo, el simple y puro sexo es algo sencillo, sano y universal. Tonificante y energético. Debería fluir mucho más.


(Primeros dos minutos)

Ella no tenía nada en contra de un poco de sexo informal y discreto de vez en cuando. Pero, un momento, ¿y si después resultaba ser un amante excelente? ¿No desearía entonces pasar otra noche con él? ¿Y si la segunda noche también resultaba un éxito y luego no se volvían a ver más? Las aventuras de una noche son precisamente eso. Te despiertas por la mañana y le miras a la cara. Si los dos piensan "uf", el equipo visitante se viste y se va y el equipo local se ducha y prosigue con su vida. Pero si los dos piensan "vaya, vaya", vuelves a hacer el amor antes de irte. Después él no llama o tú no llamas o tú llamas o él llama y discutís y el disgusto se te pasa al poco tiempo. Pero las aventuras de dos noches son más dolorosas.

Cómeme. Linda Jaivin

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